El mejillón dorado tiene algunas características que conviene resaltar, entre ellas, su gran capacidad de multiplicarse (su alto potencial biótico). En 1991, cuando se lo vio por primera vez, había cuatro o cinco individuos por metro cuadrado; en 1997, en el mismo ambiente e idéntica superficie, había 82.000. Hoy ese número llega a 150.000. Es el único bivalvo epifaunal de agua dulce que alcanza semejante densidad de población. No tiene competidores ni enemigos en los ambientes americanos en los que ingresó, por lo que, como otras especies exóticas, exhibe el comportamiento de un verdadero invasor. Dado su reciente arribo, todavía se desconoce mucho de su biología en aguas de la cuenca del Plata. Desde que detectaron su invasión, el grupo de investigadores de la Facultad de Ciencias Naturales y Museo (UNLP) analiza la dinámica de sus poblaciones, distribución, biología reproductiva y predación, en colaboración con científicos de la UBA e Instituto Nacional de Limnología (CONICET) de Santa Fe. Estos conocimientos son base para implementar medidas de prevención y control ante este novedoso problema económico/ambiental. En algún caso, como el de plantas generadoras de energía de la cuenca, se están estudiando concretamente las medidas que se requeriría tomar. Estas dependen de factores diversos relacionados con las alteraciones del ritmo biológico de las poblaciones de una especie con gran capacidad reproductiva-adaptativa, capaz de colonizar una nueva región geográfica. Por ejemplo, el mejillón dorado pasó de un clima templado a uno subtropical y de este se dirige a otro tropical. También intervienen en su distribución factores característicos de cada ambiente humano en particular, como uso del agua, su velocidad de circulación, temperatura, etcétera. Uno de los trastornos que es capaz de ocasionar el mejillón dorado,
igual que el citado mejillón cebra, que provoca pérdidas millonarias en
Europa, Canadá y los Estados Unidos (en América del Norte ocasionó
pérdidas del orden de los 2 mil millones de dólares en 1999), es dañar
tomas y plantas potabilizadoras de agua, a cuyas construcciones
sumergidas se adhiere y en las que crece y se reproduce. Como
consecuencia, se reduce el diámetro y se obstruyen las tuberías (figura
2), disminuye la velocidad del flujo de agua, se acumulan valvas vacías
y se tapan filtros (figura 3). En la bibliografía en inglés estos
fenómenos se conocen como macrofouling (comunidades incrustantes), algo
que en Sudamérica era propio de los ambientes marinos y estuariales e
inexistente en el medio de agua dulce, hasta la invasión del mejillón
dorado.
Otros trastornos asociados con la presencia del
bivalvo invasor son el rápido cambio de las comunidades de organismos
que viven en el fondo de los cuerpos de agua (llamados del bentos), así
como el desplazamiento de especies indígenas de moluscos. Por ejemplo,
antes de la llegada del mejillón dorado, eran comunes en el balneario
Bagliardi tres caracoles (o Gasterópodos): Heleobia piscium, Chilina
fluminea y Gundlachia concentrica (figura 4). Después de su aparición,
la presencia de las dos últimas especies es poco menos que accidental.
Otra forma de desplazamiento de especies de moluscos, es el provocado
por el mejillón dorado cuando utiliza a bivalvos nativos (figura 5) o
no-nativos (figura 6), como sustrato de adhesión. La llegada del bivalvo invasor ha tenido efectos
económicos los que pueden cuantificarse por el valor de los daños
materiales que ocasiona, más los costos de las tareas de prevención y
control. El problema de la contaminación por especies (impacto
que ocasiona la introducción, intencional o no, de una especie a un
ambiente, a diferencia de contaminación biológica la cual hace
referencia al impacto sanitario provocado por microorganismos) que ha
suscitado la introducción de este bivalvo, no solo merece observarse
desde el punto de vista de la alteración ambiental que produce, sino
también a través de los daños económicos vinculados a su proliferación.
El objetivo al tratar este tipo de problema ambiental,
es lograr la conservación de la calidad de los cursos de agua afectados
por su presencia y esto no se logra de una manera sencilla. Como ocurre
con otros problemas de contaminación, el uso económicamente eficiente de
un recurso (como el agua) que involucre preservar su calidad ambiental,
no se alcanza dejando actuar a los mercados y a las señales que los
mismos emiten al cotizar el valor de estos recursos a través de los
precios. No entraremos aquí en el análisis de los varios
caminos posibles a tomar, porque ello va más allá del propósito de esta
nota, no obstante debe mencionarse que entre las herramientas de
política que se emplean a nivel global para tratar la contaminación de
aguas superficiales, se encuentran distintas medidas como: las
regulaciones directas, los instrumentos económicos y diferentes
mecanismos de aplicación. “...los acuerdos del Mercosur y la falta de conciencia por parte de la sociedad de las consecuencias de que proliferen estas especies invasoras, hacen temer por el impacto que podrían sufrir el ambiente natural y humano”. Así finalizaba ese primer artículo en Ciencia Hoy (38:17-22, 1997). Es alarmante que ese mismo párrafo de alerta continúe vigente hoy. De quién dependerá que, de publicar un tercer artículo en esta revista, no debamos transcribir el párrafo final del relato “Casa tomada”. Lecturas sugeridas
DARRIGRAN, G., 1997, “Invasores en la Cuenca del Plata”. Ciencia Hoy, 38:17-22. DARRIGRAN, G., 1998, “Introducción de moluscos bivalvos invasores en el Río de la Plata”, www.AmbienteEcologico, 43 febrero, Buenos Aires. * Gustavo Darrigran recibió, como director de un grupo de investigación multidisciplinario e interinstitucional, el Premio Mercosur-Medio Ambiente 2000; 18 de diciembre de 2000, Porto Alegre, Brasil. Extractado de:: Ciencia Hoy,
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